Page 91 - MONOGRAFIA 25, de Esclerosis multiple
P. 91
MICROBIOTA Y ESCLEROSIS MÚLTIPLE
03
al considerar grupos taxonómicos menores, se evidencian diferencias entre pacientes y controles en los géneros Akkermansia, Acinetobacter, Parabacteroides y Sutterella. Estas di- ferencias resultan más evidentes cuando los pacientes estudiados no siguen tratamientos moduladores de la enfermedad(25). Determinados tratamientos, como interferón beta o acetato de glatirámero, parecen afectar a la composición de la microbiota de pacientes, revertiendo algunas de las alteraciones características de la enfermedad, como las que atienden a los géneros Sutterella y Prevotella, aumentadas en pacientes tratados frente a pacientes sin tratar y disminuidas en pacientes frente a controles(22); estos estudios suelen llevarse a cabo en pacientes con EM recurrente remitente en momentos de remisión.
Son varios los factores ambientales que potencian el riesgo de aparición de un nuevo brote, como el estrés, los niveles de vitamina D o determinadas infecciones víricas. Todos ellos parecen tener como eje conductor la modulación del sistema inmune. Sin embargo, se conoce que estos factores también tienen la capacidad de alterar la microbiota, que po- dría estar actuando como intermediario en la modulación del sistema inmune. Tremlett et al. estudiaron los cambios producidos en la microbiota de población pediátrica en el brote, observando la ausencia del filo Fusobacteria y aumentos del filo Firmicutes y las arqueas Euryarchaeota(23). Estos resultados sugieren que los brotes pueden estar asociados a cambios en un número limitado de taxones, manteniéndose los parámetros globales de la microbiota (como puede ser la biodiversidad), al igual que los cambios descritos en remisión; sin embargo, no se puede especificar si es causa o efecto de dichos brotes.
Otro tipo de aproximación a la influencia entre la microbiota y la EM es a través del modelo animal. En la EM se acepta como modelo estándar el modelo murino de encefalitis alérgica experimental (EAE). En 2011, trabajando con ratones germ free (sin microbiota en su intestino), se demostró que la microbiota intestinal es necesaria para poder generar este modelo(27), demostrando un papel fundamental de la microbiota en la respuesta autoinmune. Una vez repoblados dichos animales con microbiota, la EAE se pudo producir de manera normal. Ahondando en este mecanismo, recientemente se ha demostrado que en un modelo germ free de EAE espontáneo, el número de animales que desarrolla la enfermedad es muy diferente entre el grupo repoblado con microbiota de enfermos con EM, que en el grupo repoblado con microbiota de controles sanos(25). Estos interesantes estudios demuestran la enorme influencia de la composición de la mi- crobiota en el desarrollo del modelo animal, generando la pregunta de cómo afecta esta composición en los pacientes y abriendo la duda sobre si esas diferencias en las poblacio- nes son causa o consecuencia de la enfermedad.
Los estudios in vitro con cultivos de leucocitos han analizado la interacción entre los representantes de géneros dominantes o minoritarios en EM, Akkermansia muciniphila, Acinetobacter calcoaceticus y Parabacteroides distasonis, y el sistema inmune. Estos estudios centran la modulación de la respuesta principalmente a través de los linfocitos T regu- ladores y demuestran que A. calcoaceticus y A. muciniphila favorecen la creación en un ambiente proinflamatorio, mientras que P. distasonis, microorganismo que se encuentra reducido en enfermos de EM, favorece el efecto contrario(24).
Asentándonos en los resultados obtenidos hasta ahora, es evidente que la microbiota desempeña un papel en la EM y que se comunica de alguna manera con el sistema in- mune; sin embargo, los mecanismos de comunicación a través de los cuales se realiza esta regulación no están claramente caracterizados.
91