Page 63 - MONOGRAFIA 25, de Esclerosis multiple
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VITAMINA D Y OTROS FACTORES AMBIENTALES
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asociaciones, sino también a su modificación con la preparación, cocción y conservación. Para aproximarnos al conocimiento de los hábitos dietéticos de una población, utiliza- mos encuestas (alimentos consumidos, frecuencia y cantidades –raciones–), en ocasiones utilizamos diarios de alimentos ingeridos (dieta de un individuo), análisis de nutrientes en sangre o un combinado de ellos. La cantidad de sesgos en estos estudios es elevada y la metodología para minimizarlos es muy difícil.
Se sabe que ingestas elevadas en calorías, en carnes (grasas saturadas), bajas en pescado (grasas poliinsaturadas) y ricas en sal (dieta occidental)(9) correlacionan un riesgo elevado de EM. Quien no consumió carne o lácteos tuvo puntuaciones significativamente más altas en salud física y salud mental. Dietas con fruta y verduras frescas, y pescados están asociadas a disminución del riesgo. Los pacientes pediátricos con EM con dieta rica en vegetales tienen menor proporción de brotes en su desarrollo(7).
Los mecanismos por los que las dietas infieren en la respuesta inmunológica son variados, desde nutrientes específicos que promueven rutas metabólicas concretas, cambio de la propor- ción y tipo de microbiota (liberación de fermentos y sustancias como el butiferol), activación o inhibición del tejido linfoide asociado a las mucosas (MALT); también se han identificado fenómenos de mimetismo molecular entre la mielina y algunas proteínas de la dieta, como la butirofilina (proteína de la leche de vaca), que induce anticuerpos que reaccionan con la glico- proteína mielínica de los oligodendrocitos (MOG). La dieta rica en vegetales regula a la baja las moléculas proinflamatorias y restaura o mantiene saludable la microbiota(7,10).
La desnutrición y caquexia que ocurre en situaciones de afectación del troncoencefálo y cerebelo, la aparición de disfagia, infecciones respiratorias de repetición por microas- piraciones, dificultad física para comer o beber, mala visión, falta de apetito o alteración cognitiva empeoran el pronóstico vital del paciente aumentado su morbilidad (escaras, aumento de la espasticidad, etc.)(10,11).
2.1. APORTES DE GRASAS EN LA DIETA
Uno de los factores identificados es la relación de la ingesta de grasas con el desarrollo de EM, no solo por el tipo de grasa (saturada/insaturada) sino por la mezcla y/o proporción y por la cantidad. Las grasas saturadas tienen un efecto inflamatorio a través de la activa- ción de los receptores Toll-like 4(7) y producen daño vascular (obstrucción de capilares y disminución de la elasticidad de la pared capilar)(5). Si las grasas se ingieren en cantidades superiores a las necesidades, se induce el depósito de estas en el tejido graso conduciendo al sobrepeso y la obesidad.
Los fitoesteroles pueden reducir el contenido plasmático de colesterol, los polifenoles y carotenoides tienen un efecto antioxidante restaurando el equilibro oxidativo en EM, reduciendo la desmielinización y el daño axonal(8).
Analizaremos a continuación de forma más detallada algunos ácidos grasos.
2.1.1. Ácidos grasos saturados de cadena media-larga
• Ácido láurico (12 C): promueve la diferenciación de células T CD4+ hacia células Th1-Th17 produciendo citocinas proinflamatorias: interferón gamma (IFN-γ) e interleu- cina 17 (IL-17) (Figura 2). El efecto de ácido láurico hacia la polarización de Th17 está directamente mediado por la activación de p38-MAPK en linfocitos T CD4+ y no ocurre
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