Page 47 - MONOGRAFIA 25, de Esclerosis multiple
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VITAMINA D Y OTROS FACTORES AMBIENTALES
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Otro estudio retrospectivo con 110 pacientes en edad pediátrica(1) mostró que por cada 10 ng/mL de incremento en los niveles de vitamina D el riesgo de brote disminuía un 34% (los resultados fueron ajustados por edad, sexo, raza, etnia, tiempo de duración de la enfermedad y tratamiento).
Sin embargo, los resultados son contradictorios con respecto al efecto sobre la neu- rodegeneración en las fases progresivas de la enfermedad. A pesar de que frecuente- mente se ha comunicado la relación entre niveles bajos de vitamina D y discapacidad, debemos tener en cuenta que los pacientes con mayor afectación realizan menos activi- dades al aire libre, lo que puede contribuir a esta causalidad inversa. Así, en algunos de los últimos estudios publicados (con suficiente potencia estadística) no se han detecta- do asociaciones significativas(22,23). No obstante, otros autores han descrito una menor pérdida de volumen cerebral en fases iniciales de la enfermedad entre los pacientes con niveles normales de vitamina D, así como un retraso en el inicio de las fases progresivas de la enfermedad(1).
6. FÁRMACOS MODIFICADORES DE LA ENFERMEDAD Y VITAMINA D
La actividad de la EM puede verse modificada de manera aditiva por los niveles de vitami- na D y los DMT. Así, se ha estudiado esta asociación con varios de los tratamientos actual- mente aprobados, aunque no hay datos sobre los fármacos introducidos más recientemente.
6.1. VITAMINA D, INTERFERÓN BETA Y ACETATO DE GLATIRÁMERO
Múltiples estudios han detectado un beneficio añadido sobre el control de la actividad en aquellos pacientes en tratamiento con interferón beta (IFN-β) que mantenían niveles más elevados de vitamina D.
Stewart et al. realizaron un estudio observacional sobre una cohorte australiana de 178 pacientes determinando los niveles de vitamina D cada 6 meses durante una media de 2,2 años. Encontraron que los pacientes en tratamiento con IFN-β tenían niveles más elevados de vitamina D y que por cada incremento de 4 ng/mL disminuía la tasa de bro- tes en un 10%. Como hallazgo significativo se detectó que el efecto protector del IFN-β sobre los brotes se produjo solo en aquellos pacientes con niveles más altos de vitamina D y que entre los pacientes con insuficiencia vitamínica existía un incremento del riesgo de brotes a pesar del tratamiento con IFN-β. Esta asociación no se detectó en los pacientes en tratamiento con acetato de glatirámero (AG).
Simpson et al., en 2010, publicaron un estudio prospectivo con 145 pacientes de EM remitente-recurrente (EMRR); de ellos, 119 estaban en tratamiento con DMT de primera línea (sin diferenciar entre pacientes con IFN-β o AG). Se midieron los niveles de vitamina D semestralmente durante 3 años. Por cada incremento de 4 ng/mL se ob- jetivó una reducción del riesgo de brotes del 12%. Los autores concluyen que alcanzar unos niveles superiores a 20 ng/mL podría reducir a la mitad el riesgo de brote. No se encontraron diferencias significativas entre los pacientes que estaban recibiendo terapia inmunomoduladora y los que no (p = 0,11).
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