Page 38 - XXIV Monografías en Esclerosis Múltiple
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FUNDAMENTOS INMUNOLÓGICOS DEL TRATAMIENTO DE LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE
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Los factores que contribuyen al desarrollo de la autoinmunidad son la predisposición genética y los factores ambientales como las infecciones y la lesión tisular local. Así, la mayoría de los individuos afectados de enfermedades autoinmunes heredan múltiples polimorfismos genéticos que contribuyen a la propensión a la enfermedad. Estos actúan junto con los factores ambientales para finalmente desarrollar la enfermedad(1). Las aso- ciaciones genéticas más fuertes las encontramos con los genes del HLA. Por ejemplo, en la esclerosis múltiple la asociación más fuerte se produce con el gen HLA-DRB1*15:01. Sin embargo, existen polimorfismos en genes diferentes al HLA que también se asocian a las enfermedades autoinmunes. Algunos ejemplos son los polimorfismos en los genes de NOD2, CD25, CTLA-4, IL-10, etc.
Además, muchas enfermedades autoinmunes tienen una mayor incidencia en muje- res que en hombres, por lo que se cree que las influencias hormonales u otros factores sexuales tienen un papel en el desarrollo de la autoinmunidad(1).
Las infecciones víricas y bacterianas también pueden contribuir al desarrollo y la exa- cerbación de la autoinmunidad(1). De este modo, las infecciones pueden contribuir a la activación de la respuesta innata, la cual puede favorecer la activación de linfocitos T que no son específicos frente a los microorganismos, sino que reconocen antígenos propios (activación no específica). A su vez, los microorganismos pueden contener antígenos que son similares a los antígenos propios, un fenómeno denominado mimetismo molecular. De esta forma, dichos antígenos pueden favorecer la reactividad cruzada contra los an- tígenos propios. En esta misma línea, la microbiota presente en el intestino, la piel, etc., también puede influir en el desarrollo de las enfermedades autoinmunes(1).
Por último, los procesos inflamatorios, las lesiones isquémicas o los traumatismos pueden exponer antígenos propios que normalmente están ocultos para el sistema inmu- ne, como podría ser la liberación de antígenos del sistema nervioso central que previa- mente no han entrado en contacto con las células del sistema inmune. Estos antígenos pueden desencadenar respuestas inmunitarias, ya que no han favorecido el desarrollo de tolerancia frente a ellos(1).
De este modo, la activación linfocitaria a nivel de los ganglios periféricos se debe a la activación de los linfocitos autorreactivos por mimetismo molecular, neoantígenos, suel- ta de antígenos ocultos para el sistema inmune y por activación no específica bystander.